Yomango en las rebajas
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Yomango en las rebajas
Por LEONARDO FACCIO (SOITU.ES) Actualizado 16-01-2008 12:30 CET
La voz de Frank Sinatra inunda El Corte Inglés cuando las alarmas empiezan a sonar. Las cajeras giran la cabeza, los guardias no saben qué hacer. Y a la hora del balance final faltan tres camisas, un suéter, dos pares de zapatos y un frasco de perfume cuyo precio supera los 50 euros. Todo sucedió tan rápido que no hubo detenidos. La tienda había sido víctima de un operativo Yomango, el movimiento antisistema que nació en Barcelona y lleva casi cinco años promoviendo el sabotaje en grandes superficies comerciales.
Ahora que la época de saldos acaba de empezar, entro al mismo Corte Inglés de Barcelona dos años después de aquel operativo. Voy al encuentro de David, quien hace unos días se presentó como un miembro de Yomango y me explicó su principios: "Mangar no es robar, la propiedad privada es un robo". Hemos quedado en el piso 2, sección 'Indumentaria de caballeros'.
Son las doce y la tienda parece que va a explotar. Según las estadísticas, hoy pasarán por aquí más de 80.000 personas, cifra suficiente para dejar un campo del Barça casi repleto. Veo que el empujón y el codazo están a la orden del día entre los que luchan por los mejores precios. Hay mucho roce y confusión. Por eso David me ha dicho que las rebajas son el paraíso del mangante: «¿Quién no se afanó algo alguna vez?».
"Amas de casa y adolescentes robaban en los hipermercados sin necesidad de ideología. Nosotros decidimos conectar lo que la gente ya hacía con nuestro propósito de desestabilizar", le leí a uno de sus portavoces alguna vez.
Robar es un delito y también un pecado. Pero el colectivo Yomango nunca se tomó la ley al pie de la letra. A caballo entre la 'performance' antropológica y el complot antisistema estilo 'El Club de la lucha' -la novela de Chuck Palahniuk-, Yomango propone el afano como una filosofía de vida, y la difunde.
Desde su primera presentación pública, en julio de 2002, han publicado dos pequeños libros, organizaron talleres instructivos y sesiones de rap en diversas casas ocupadas. Los directores de cine Fernando Amo y Manuel Romo se pusieron a su servicio y grabaron dos vídeos didácticos que ahora pueden verse en internet. Esas imágenes son el orgullo de «yomangantes» como David, que esta mañana tarda en aparecer.
Un foro –www.yomango.net- y una página web -www.yomango.org- siempre han sido el punto de encuentro de los miembros de Yomango, que poco a poco se han multiplicado en distintas ciudades españolas y también en Buenos Aires. Yomango invita a no reprimir el deseo de mangar. En su página web hay recomendaciones útiles para mangar sin acabar en la comisaría y también figuran las bases morales de la organización.
«Nunca robar en una tienda de barrio», es una máxima del código ético. En la web, Mao Tse-Tung aparece como un símbolo satirizado de la lucha contra el capitalismo. Y la actriz Winona Ryder -pillada en 2002 robando ropa y joyas en una tienda de California-, es presentada como mártir y nuevo paradigma de agente revolucionario. Así, Yomango alimenta un espíritu burlón. Van a la lucha riendo. Y eso, entre otras cosas, los diferencia de los cejijuntos y enfadados movimientos anticapitalistas que ya conocemos.
En la película «Desayuno en Tiffany’s», Audrey Hepburn y George Peppard viven el mangoneo como una excitante experiencia de pareja. Entran a una tienda de juguetes, se calzan dos máscaras que estaban a la venta –una de perro y otra de gato- y salen corriendo. La felicidad nerviosa compartida era parte de un juego erótico. Para Yomago, ese mismo juego contiene una dimensión política que defender. «La idea es tomar lo que deseas, convencido de que afanar no es otra cosa que reapropiarte de tus ilusiones que el capitalismo ha transformado en objetos», me explicó David.
Pero más allá del planteo teórico, esta mañana yo voy a acceder a su filosofía a través de la acción. David se pondrá en marcha y yo seré su cómplice. Según el protocolo debería aprender a esquivar cámaras de seguridad, desactivar alarmas y, sobre todo, a mantener la calma. Las técnicas básicas del mangoneo fueron publicadas en papel. Su título es «El Libro rojo» de Yomango. Lleva una foto de Mao en la portada y ahora cualquiera lo puede bajar de internet. Los diálogos que están en el foro virtual sirven como complemento formativo.
Tras largas jornadas de ensayo y error en la práctica del saqueo, cientos de personas dejaron su testimonio en las páginas de www.yomango.net. Un mensaje advierte de que todos los cosméticos tienen una alarma oculta. Otro explica cómo usar imanes para desactivar sensores. Un tercero se manifiesta en contra de mangar en comercios de origen chino. Allí también hay consejos de David, que a esta altura demora quince minutos en llegar.
LEONARDO FACCIO
Las reacciones colectivas en contra del consumo compulsivo y los abusos empresariales, existen hace tiempo en España. Así surgieron espacios como www.sindinero.org, www.consumoresponsable.com o www.nolotiro.com. Con un sentido diferente de la justicia, Yomango también generó un espacio de debate. Su foro dejó de funcionar en julio de 2007. Pero sigue abierto para consultas y sus participantes quedaron conectados a través del e-mail. De hecho, a David lo conocí gracias a una dirección de correo electrónico que me pasó un amigo. Y ahora espero ver su cara por primera vez.
David debe de ser un tipo alegre, inteligente, audaz. Al menos así se ven los miembros de Yomango durante los saqueos que fueron grabados en vídeo y están en www.youtube.com. Pero sobre todo lo imagino joven. Justo ahora que se cumplen 40 años de aquella «Primavera de Praga» en que la juventud se jugaba a favor de un socialismo de Estado en libertad, voy al encuentro de un joven incorformista actual. Aunque llevo más de media hora esperando y no aparece.
«Detrás de ese espejo hay una cámara y seguro que alguien está grabando lo que hablamos. Nuestra tienda es como un Gran hermano», me dice un empelado de El Corte Inglés cuando doy por hecho que mi encuentro con David se frustró y le pregunto cómo controlorán a las 80 mil personas que hoy pasarán por aquí. «Las medidas de seguridad son extremas. Aunque todos los robos posibles van incluidos sobre los precios de los productos. No significan una pérdida», contesta el hombre con sonrisa institucional.
Salgo de la tienda sin nada que esconder y pensando en David, que apareció tres días después vía e-mail. Dice que estuvo liado con mucho trabajo y por eso no pudo venir, que otra vez será y me pasa su teléfono. Entonces recuerdo algo que leí en internet: «Yomango somos todos. Es una S.A. que lucha contra el abuso capitalista y a favor del deseo». Por eso también me viene a la memoria el joven espíritu revolucionario del ’68, que en su aniversario evocan todos los diarios. Pero no puedo olvidar una frase del filósofo alemán Norbert Bolz: "Hoy la rebelión de los jóvenes tiene lugar dentro de la economía, no contra ella". La escribió en 2001. Pero creo que sigue vigente en las actuales reacciones antisistema. Lo que no tengo claro es hacia dónde pueden conducir.
La voz de Frank Sinatra inunda El Corte Inglés cuando las alarmas empiezan a sonar. Las cajeras giran la cabeza, los guardias no saben qué hacer. Y a la hora del balance final faltan tres camisas, un suéter, dos pares de zapatos y un frasco de perfume cuyo precio supera los 50 euros. Todo sucedió tan rápido que no hubo detenidos. La tienda había sido víctima de un operativo Yomango, el movimiento antisistema que nació en Barcelona y lleva casi cinco años promoviendo el sabotaje en grandes superficies comerciales.
Ahora que la época de saldos acaba de empezar, entro al mismo Corte Inglés de Barcelona dos años después de aquel operativo. Voy al encuentro de David, quien hace unos días se presentó como un miembro de Yomango y me explicó su principios: "Mangar no es robar, la propiedad privada es un robo". Hemos quedado en el piso 2, sección 'Indumentaria de caballeros'.
Son las doce y la tienda parece que va a explotar. Según las estadísticas, hoy pasarán por aquí más de 80.000 personas, cifra suficiente para dejar un campo del Barça casi repleto. Veo que el empujón y el codazo están a la orden del día entre los que luchan por los mejores precios. Hay mucho roce y confusión. Por eso David me ha dicho que las rebajas son el paraíso del mangante: «¿Quién no se afanó algo alguna vez?».
"Amas de casa y adolescentes robaban en los hipermercados sin necesidad de ideología. Nosotros decidimos conectar lo que la gente ya hacía con nuestro propósito de desestabilizar", le leí a uno de sus portavoces alguna vez.
Robar es un delito y también un pecado. Pero el colectivo Yomango nunca se tomó la ley al pie de la letra. A caballo entre la 'performance' antropológica y el complot antisistema estilo 'El Club de la lucha' -la novela de Chuck Palahniuk-, Yomango propone el afano como una filosofía de vida, y la difunde.
Desde su primera presentación pública, en julio de 2002, han publicado dos pequeños libros, organizaron talleres instructivos y sesiones de rap en diversas casas ocupadas. Los directores de cine Fernando Amo y Manuel Romo se pusieron a su servicio y grabaron dos vídeos didácticos que ahora pueden verse en internet. Esas imágenes son el orgullo de «yomangantes» como David, que esta mañana tarda en aparecer.
Un foro –www.yomango.net- y una página web -www.yomango.org- siempre han sido el punto de encuentro de los miembros de Yomango, que poco a poco se han multiplicado en distintas ciudades españolas y también en Buenos Aires. Yomango invita a no reprimir el deseo de mangar. En su página web hay recomendaciones útiles para mangar sin acabar en la comisaría y también figuran las bases morales de la organización.
«Nunca robar en una tienda de barrio», es una máxima del código ético. En la web, Mao Tse-Tung aparece como un símbolo satirizado de la lucha contra el capitalismo. Y la actriz Winona Ryder -pillada en 2002 robando ropa y joyas en una tienda de California-, es presentada como mártir y nuevo paradigma de agente revolucionario. Así, Yomango alimenta un espíritu burlón. Van a la lucha riendo. Y eso, entre otras cosas, los diferencia de los cejijuntos y enfadados movimientos anticapitalistas que ya conocemos.
En la película «Desayuno en Tiffany’s», Audrey Hepburn y George Peppard viven el mangoneo como una excitante experiencia de pareja. Entran a una tienda de juguetes, se calzan dos máscaras que estaban a la venta –una de perro y otra de gato- y salen corriendo. La felicidad nerviosa compartida era parte de un juego erótico. Para Yomago, ese mismo juego contiene una dimensión política que defender. «La idea es tomar lo que deseas, convencido de que afanar no es otra cosa que reapropiarte de tus ilusiones que el capitalismo ha transformado en objetos», me explicó David.
Pero más allá del planteo teórico, esta mañana yo voy a acceder a su filosofía a través de la acción. David se pondrá en marcha y yo seré su cómplice. Según el protocolo debería aprender a esquivar cámaras de seguridad, desactivar alarmas y, sobre todo, a mantener la calma. Las técnicas básicas del mangoneo fueron publicadas en papel. Su título es «El Libro rojo» de Yomango. Lleva una foto de Mao en la portada y ahora cualquiera lo puede bajar de internet. Los diálogos que están en el foro virtual sirven como complemento formativo.
Tras largas jornadas de ensayo y error en la práctica del saqueo, cientos de personas dejaron su testimonio en las páginas de www.yomango.net. Un mensaje advierte de que todos los cosméticos tienen una alarma oculta. Otro explica cómo usar imanes para desactivar sensores. Un tercero se manifiesta en contra de mangar en comercios de origen chino. Allí también hay consejos de David, que a esta altura demora quince minutos en llegar.
LEONARDO FACCIO
Las reacciones colectivas en contra del consumo compulsivo y los abusos empresariales, existen hace tiempo en España. Así surgieron espacios como www.sindinero.org, www.consumoresponsable.com o www.nolotiro.com. Con un sentido diferente de la justicia, Yomango también generó un espacio de debate. Su foro dejó de funcionar en julio de 2007. Pero sigue abierto para consultas y sus participantes quedaron conectados a través del e-mail. De hecho, a David lo conocí gracias a una dirección de correo electrónico que me pasó un amigo. Y ahora espero ver su cara por primera vez.
David debe de ser un tipo alegre, inteligente, audaz. Al menos así se ven los miembros de Yomango durante los saqueos que fueron grabados en vídeo y están en www.youtube.com. Pero sobre todo lo imagino joven. Justo ahora que se cumplen 40 años de aquella «Primavera de Praga» en que la juventud se jugaba a favor de un socialismo de Estado en libertad, voy al encuentro de un joven incorformista actual. Aunque llevo más de media hora esperando y no aparece.
«Detrás de ese espejo hay una cámara y seguro que alguien está grabando lo que hablamos. Nuestra tienda es como un Gran hermano», me dice un empelado de El Corte Inglés cuando doy por hecho que mi encuentro con David se frustró y le pregunto cómo controlorán a las 80 mil personas que hoy pasarán por aquí. «Las medidas de seguridad son extremas. Aunque todos los robos posibles van incluidos sobre los precios de los productos. No significan una pérdida», contesta el hombre con sonrisa institucional.
Salgo de la tienda sin nada que esconder y pensando en David, que apareció tres días después vía e-mail. Dice que estuvo liado con mucho trabajo y por eso no pudo venir, que otra vez será y me pasa su teléfono. Entonces recuerdo algo que leí en internet: «Yomango somos todos. Es una S.A. que lucha contra el abuso capitalista y a favor del deseo». Por eso también me viene a la memoria el joven espíritu revolucionario del ’68, que en su aniversario evocan todos los diarios. Pero no puedo olvidar una frase del filósofo alemán Norbert Bolz: "Hoy la rebelión de los jóvenes tiene lugar dentro de la economía, no contra ella". La escribió en 2001. Pero creo que sigue vigente en las actuales reacciones antisistema. Lo que no tengo claro es hacia dónde pueden conducir.
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